Sioux
Los Sioux, pertenecen a la familia lingüística
Siouan, y a la cultura de las llanuras.
El nombre proviene de "Natawesiwak"
("el enemigo"), como lo llamaban los Chippewa. Ellos se llamaban
Lakota, Dakota, o Nakota, que significa "amigo". Estos nombres son
precisamente como conocemos los dialectos en los que evolucionó su lengua.
Originarios de la región de los Grandes Lagos,
cuando comenzaron su migración hacia las grandes llanuras, se agruparon en
siete grandes divisiones que formaron el "Oceti Sakowin", traducido
como "Consejo de los Siete Fuegos".
La unidad básica social del sioux era la familia,
que no era sólo la unidad social, sino también la unidad de gobierno. El clan
no era más que una familia más extensa con su jefe patriarcal. Dentro de éste
se prohibía el matrimonio. La familia propiamente dicha consistía en un hombre
con una o más esposas y sus hijos, que vivían juntos, aunque algunos hombres de
posición disponían de una tienda para cada esposa.
El matrimonio podía disolverse por una causa
válida. La esposa no tomaba el nombre de su marido ni entraba en su clan, y los
hijos pertenecían al clan de la madre. Ella era la dueña de todas las
propiedades de la familia. La modestia era su adorno principal y las mujeres
más jóvenes eran especialmente reservadas y silenciosas; pero una mujer que
había alcanzado la madurez en años y sabiduría, o había demostrado un notable
valor en una emergencia, era invitada a veces a sentarse en el consejo.
Durante el siglo XVII, los sioux formaban
pequeñas bandas o grupos de tribus que vivían en los bosques del actual estado
de Minnesota. Sobrevivían de la caza menor, caza del venado y arroz silvestre.
Rodeados por numerosos grupos rivales, las luchas con sus principales enemigos,
los ojibwa, les obligaron a internarse en las Grandes Llanuras, donde abundaban
los búfalos.
A medida que se fueron convirtiendo en
expertos cazadores, los pueblos sioux aumentaron su población y prosperaron. En
1750 llegaron a ser unos 30.000 individuos establecidos definitivamente en el
corazón de la zona septentrional de las Grandes Llanuras, región que dominaron
a lo largo del siglo siguiente.
Cosmología sioux:
La cosmología Lakota se manifiesta en el
diseño, la construcción y la funcionalidad de la onikaghe (cabaña de sudar)
utilizada en el Inipi, el rito de purificación.
Se emplean todos los Poderes del Universo: la Tierra y todo lo que nace
de ella; el agua, el fuego y el aire para construir un espacio sagrado. Una
cabaña en forma de iglú, cubierta de mantas que conforman el vientre del Cosmos
y de la Madre Tierra.
Los sauces que forman el armazón se clavan en el suelo de manera que indiquen
las cuatro Direcciones del Universo; de este modo en el conjunto de la cabaña
está el Universo en imagen, y ella cobija a los pueblos bípedos, cuadrúpedos y
alados y a todas las cosas del mundo. Es un lugar de oración, por lo tanto un
Templo.
La onikaghe siempre se construye con la puerta
hacia el Este, pues de allí viene la luz de la Sabiduría. A unos
diez pasos se construye un hogar ritual llamado Peta Owihankeshni, "fuego
sin fin", y allí se calientan las piedras que representan a la Abuela Tierra , de la
que provienen todos los frutos y también a la Naturaleza
indestructible y eterna del Gran Espíritu.
El altar central de la cabaña adonde serán
llevadas las piedras calientes es el centro del Universo, en el que mora el
Gran Espíritu con su Poder, el fuego. Se realiza cavando un pozo en el centro
de la cabaña, a su alrededor se traza un círculo con una tira de cuero. Con la
tierra así recogida se traza un sendero que conduce afuera de la cabaña en
dirección al Este y en cuyo extremo se levanta un pequeño montículo.
Sobre las piedras se colocan hierbas
aromáticas y agua, que producen abundante vapor, lo que provoca la sudación de
las personas que están en el interior de ella. La palabra Inipi deriva del
Lakota "Iniunkajaktelo", que significa vamos a orar a la tienda de
sudación. Sentarse alrededor de las Abuelas y Abuelos Piedras, es estar en el
vientre de la Madre
Tierra y en el centro del Cosmos, para recibir la sanación y
la purificación.
Las ramas de sauce que forman la estructura de
la cabaña, se arman formando dos cruces de cuatro direcciones que tienen un
color asociados, a su vez representan los dieciséis grandes misterios de Wakan
Tanka, el creador del universo que gobierna a través de diversas deidades, que
son todos los aspectos de su ser:
(Nota: Según las fuentes, pueden encontrarse
pequeñas variaciones en este listado.)
Wi (Sol) Portador de luz, calor y
vida, aporta valor y generosidad a la vida.
Skan (Movimiento) La fuerza y energía que nos mueve
Maka (Tierra) La abuela que nos nutre.
Inyan (Roca) La naturaleza eterna del
creador, la más antigua.
Hanwi (Luna) Representa los ciclos de
la vida, lo sobrenatural de las mujeres.
Tate (Viento) Controla las estaciones
y vigila el sendero que conduce al mundo de los espíritus, padre de los cuatro
vientos.
Unk (Conflicto) Padre del mal
Wakinyan (Ave de Trueno) Señor de las tormentas, es el espíritu que crea la
energía eléctrica.
Tatanka (Bisonte) Hermano del indio, el que da la salud, el alimento y la
vida.
Tob Tob (Oso) Trae la medicina de las hierbas, el amor y la valentía.
Wani (Cuatro direcciones). Controlador del tiempo, mensajero de los
sagrados.
Yummi
Wi (Diosa del mar) Restauradora del equilibrio, amor,
deporte, juego, energía femenina.
Niya (Espíritu) Aliento vital, esencia de la persona. Llegaba de las
estrellas.
Nagi (Alma) Habita en los seres humanos, los animales, las piedras, los
árboles y los ríos.
Sichum (Espíritu guardián) Poder innato que habita en cada hombre y en cada
mujer.
Yummi (Torbellino) Lo inmaterial, el huérfano que nunca ha nacido, el
remolino de aire, el pequeño torbellino, el travieso mensajero de los
sobrenaturales.
Las cuatro filas de ramas verticales que
envuelven la cabaña simbolizan a los cuatro mundos, el mineral, el vegetal, el
animal y el humano; la última vara que se entrelaza en el techo con todas las
16 ramas verticales forma una estrella de ocho puntas representando a los
planetas y al universo.
De esta
manera la cabaña simboliza a toda la creación y al vientre sagrado de nuestra
Madre Tierra en cuyo ombligo se colocan las abuelas piedras, sabias poseedoras
del código genético de la historia de nuestro planeta.
Cuando se entra al vientre de nuestra Madre,
se regresa a la inocencia del niño, pero al estar en el mundo se ingresa
impuro. Humildemente se espera que ingresen las piedras, para orarle a la
sabiduría ancestral de las abuelas y al poder del abuelo fuego que limpien y
sanen los cuerpos y almas en un clima de silencio y veneración.
El que dirige el rito de purificación entra
ahora en la cabaña, solo y con su Calumet. Da la vuelta en el sentido del
movimiento del sol y se sienta al Oeste; después consagra el hoyo central, que
se convierte así en un altar, poniendo en él unas briznas de tabaco. Lleva una
brasa que deposita en el centro, el oficiante quema entonces hierba aromática y
frota el humo por todo su cuerpo, y luego por sus pies, cabeza y manos; a
continuación la Pipa
es purificada en el humo. De este modo todo es consagrado, y si queda una
influencia impura en la cabaña, es expulsada por el Poder del humo.
Con el Calumet cargado el oficiante sale de la
cabaña, avanza hacia el Este por el sendero sagrado y deposita el Calumet sobre
el montículo, con la cazoleta hacia el lado Oeste y el cañón hacia el Este.
La medicina del oso que había sido esparcida
sobre las piedras, comienza a surtir efecto, la cabaña se llena con el perfume
de la salvia, el cedro, el palo dulce y el copal, continuando el trabajo de
limpieza, desbloqueando los túneles oscuros de la mente y las emociones,
liberando de las pesadas energías del mundo. Es entonces cuando entra el agua,
la vida de todo su fluir, se cierra la puerta y comienza un ritual.
Pidiendo permiso a las cuatro direcciones, al
cielo, a la tierra y al corazón se comienzan los cánticos y los rezos. El agua
comienza a tocar a las piedras y una gran nube de vapor invade el recinto
dentro de la oscuridad más absoluta entregando una sensación de paz e
inmensidad a los participantes.
Rezando desde el corazón, dando las gracias y
pidiendo aquello que necesitamos para mejorar nuestra vida y la de los demás.
Se realizan cuatro rondas, abriendo la puerta cuatro veces para introducir más
piedras. En cada ronda se invoca una dirección: En la primera al Oeste, el
lugar del misterio, donde se oculta el sol, donde el guerrero espiritual
aprende a caminar sin miedo reconociendo el lado oscuro; ahí se recibe la guía
y consejo del Oso y el Búho, que enseñan las tácticas necesarias para transitar
por esos senderos.
La segunda puerta al Norte, entrega la fuerza
y la sabiduría del Búfalo que sustenta la vida, donde residen los seres del
trueno. En la tercera al Este, entrega del Águila, la luz y la claridad para
actuar en armonía con el Espíritu. En la cuarta y última al Sur, el lugar de la Inocencia y la Compasión , otorga las
enseñanzas del ratón y todo lo pequeño, el juego, la alegría y la diversión.
Los participantes salen purificados, luego de
haberse conectado con el Gran Espíritu a través de una ceremonia donde él se ha
manifestado haciendo sentir todo su poder.
Calendario lunar
Los Sioux medían el tiempo marcando las lunas
nuevas en una vara, completando un año de 13 lunas. Comenzaban en primavera,
denominaban a las lunas de acuerdo a los acontecimientos que durante su
transcurso ocurrían en la naturaleza.
Fuente de información:
http://pueblosoriginarios.com