domingo, 3 de febrero de 2013

Sioux


Sioux


Los Sioux, pertenecen a la familia lingüística Siouan, y a la cultura de las llanuras.

El nombre proviene de "Natawesiwak" ("el enemigo"), como lo llamaban los Chippewa. Ellos se llamaban Lakota, Dakota, o Nakota, que significa "amigo". Estos nombres son precisamente como conocemos los dialectos en los que evolucionó su lengua.

Originarios de la región de los Grandes Lagos, cuando comenzaron su migración hacia las grandes llanuras, se agruparon en siete grandes divisiones que formaron el "Oceti Sakowin", traducido como "Consejo de los Siete Fuegos".

La unidad básica social del sioux era la familia, que no era sólo la unidad social, sino también la unidad de gobierno. El clan no era más que una familia más extensa con su jefe patriarcal. Dentro de éste se prohibía el matrimonio. La familia propiamente dicha consistía en un hombre con una o más esposas y sus hijos, que vivían juntos, aunque algunos hombres de posición disponían de una tienda para cada esposa.

El matrimonio podía disolverse por una causa válida. La esposa no tomaba el nombre de su marido ni entraba en su clan, y los hijos pertenecían al clan de la madre. Ella era la dueña de todas las propiedades de la familia. La modestia era su adorno principal y las mujeres más jóvenes eran especialmente reservadas y silenciosas; pero una mujer que había alcanzado la madurez en años y sabiduría, o había demostrado un notable valor en una emergencia, era invitada a veces a sentarse en el consejo.



Durante el siglo XVII, los sioux formaban pequeñas bandas o grupos de tribus que vivían en los bosques del actual estado de Minnesota. Sobrevivían de la caza menor, caza del venado y arroz silvestre. Rodeados por numerosos grupos rivales, las luchas con sus principales enemigos, los ojibwa, les obligaron a internarse en las Grandes Llanuras, donde abundaban los búfalos.

A medida que se fueron convirtiendo en expertos cazadores, los pueblos sioux aumentaron su población y prosperaron. En 1750 llegaron a ser unos 30.000 individuos establecidos definitivamente en el corazón de la zona septentrional de las Grandes Llanuras, región que dominaron a lo largo del siglo siguiente.



Cosmología sioux:


La cosmología Lakota se manifiesta en el diseño, la construcción y la funcionalidad de la onikaghe (cabaña de sudar) utilizada en el Inipi, el rito de purificación.





Se emplean todos los Poderes del Universo: la Tierra y todo lo que nace de ella; el agua, el fuego y el aire para construir un espacio sagrado. Una cabaña en forma de iglú, cubierta de mantas que conforman el vientre del Cosmos y de la Madre Tierra. Los sauces que forman el armazón se clavan en el suelo de manera que indiquen las cuatro Direcciones del Universo; de este modo en el conjunto de la cabaña está el Universo en imagen, y ella cobija a los pueblos bípedos, cuadrúpedos y alados y a todas las cosas del mundo. Es un lugar de oración, por lo tanto un Templo.

La onikaghe siempre se construye con la puerta hacia el Este, pues de allí viene la luz de la Sabiduría. A unos diez pasos se construye un hogar ritual llamado Peta Owihankeshni, "fuego sin fin", y allí se calientan las piedras que representan a la Abuela Tierra, de la que provienen todos los frutos y también a la Naturaleza indestructible y eterna del Gran Espíritu.

El altar central de la cabaña adonde serán llevadas las piedras calientes es el centro del Universo, en el que mora el Gran Espíritu con su Poder, el fuego. Se realiza cavando un pozo en el centro de la cabaña, a su alrededor se traza un círculo con una tira de cuero. Con la tierra así recogida se traza un sendero que conduce afuera de la cabaña en dirección al Este y en cuyo extremo se levanta un pequeño montículo.

Sobre las piedras se colocan hierbas aromáticas y agua, que producen abundante vapor, lo que provoca la sudación de las personas que están en el interior de ella. La palabra Inipi deriva del Lakota "Iniunkajaktelo", que significa vamos a orar a la tienda de sudación. Sentarse alrededor de las Abuelas y Abuelos Piedras, es estar en el vientre de la Madre Tierra y en el centro del Cosmos, para recibir la sanación y la purificación.

Las ramas de sauce que forman la estructura de la cabaña, se arman formando dos cruces de cuatro direcciones que tienen un color asociados, a su vez representan los dieciséis grandes misterios de Wakan Tanka, el creador del universo que gobierna a través de diversas deidades, que son todos los aspectos de su ser:

(Nota: Según las fuentes, pueden encontrarse pequeñas variaciones en este listado.)

Wi (Sol)  Portador de luz, calor y vida, aporta valor y generosidad a la vida.
Skan (Movimiento) La fuerza y energía que nos mueve
Maka (Tierra) La abuela que nos nutre.
Inyan (Roca)  La naturaleza eterna del creador, la más antigua.
Hanwi (Luna) Representa los ciclos de la vida, lo sobrenatural de las mujeres.
Tate (Viento) Controla las estaciones y vigila el sendero que conduce al mundo de los espíritus, padre de los cuatro vientos.
Unk (Conflicto) Padre del mal
Wakinyan (Ave de Trueno) Señor de las tormentas, es el espíritu que crea la energía eléctrica.
Tatanka (Bisonte) Hermano del indio, el que da la salud, el alimento y la vida.
Tob Tob (Oso) Trae la medicina de las hierbas, el amor y la valentía.
Wani (Cuatro direcciones). Controlador del tiempo, mensajero de los sagrados.
Yummi Wi (Diosa del mar) Restauradora del equilibrio, amor, deporte, juego, energía femenina.
Niya (Espíritu) Aliento vital, esencia de la persona. Llegaba de las estrellas.
Nagi (Alma) Habita en los seres humanos, los animales, las piedras, los árboles y los ríos.
Sichum (Espíritu guardián) Poder innato que habita en cada hombre y en cada mujer.
Yummi (Torbellino) Lo inmaterial, el huérfano que nunca ha nacido, el remolino de aire, el pequeño torbellino, el travieso mensajero de los sobrenaturales.

Las cuatro filas de ramas verticales que envuelven la cabaña simbolizan a los cuatro mundos, el mineral, el vegetal, el animal y el humano; la última vara que se entrelaza en el techo con todas las 16 ramas verticales forma una estrella de ocho puntas representando a los planetas y al universo.

 De esta manera la cabaña simboliza a toda la creación y al vientre sagrado de nuestra Madre Tierra en cuyo ombligo se colocan las abuelas piedras, sabias poseedoras del código genético de la historia de nuestro planeta.

Cuando se entra al vientre de nuestra Madre, se regresa a la inocencia del niño, pero al estar en el mundo se ingresa impuro. Humildemente se espera que ingresen las piedras, para orarle a la sabiduría ancestral de las abuelas y al poder del abuelo fuego que limpien y sanen los cuerpos y almas en un clima de silencio y veneración.

El que dirige el rito de purificación entra ahora en la cabaña, solo y con su Calumet. Da la vuelta en el sentido del movimiento del sol y se sienta al Oeste; después consagra el hoyo central, que se convierte así en un altar, poniendo en él unas briznas de tabaco. Lleva una brasa que deposita en el centro, el oficiante quema entonces hierba aromática y frota el humo por todo su cuerpo, y luego por sus pies, cabeza y manos; a continuación la Pipa es purificada en el humo. De este modo todo es consagrado, y si queda una influencia impura en la cabaña, es expulsada por el Poder del humo.



Con el Calumet cargado el oficiante sale de la cabaña, avanza hacia el Este por el sendero sagrado y deposita el Calumet sobre el montículo, con la cazoleta hacia el lado Oeste y el cañón hacia el Este.

La medicina del oso que había sido esparcida sobre las piedras, comienza a surtir efecto, la cabaña se llena con el perfume de la salvia, el cedro, el palo dulce y el copal, continuando el trabajo de limpieza, desbloqueando los túneles oscuros de la mente y las emociones, liberando de las pesadas energías del mundo. Es entonces cuando entra el agua, la vida de todo su fluir, se cierra la puerta y comienza un ritual.

Pidiendo permiso a las cuatro direcciones, al cielo, a la tierra y al corazón se comienzan los cánticos y los rezos. El agua comienza a tocar a las piedras y una gran nube de vapor invade el recinto dentro de la oscuridad más absoluta entregando una sensación de paz e inmensidad a los participantes.

Rezando desde el corazón, dando las gracias y pidiendo aquello que necesitamos para mejorar nuestra vida y la de los demás. Se realizan cuatro rondas, abriendo la puerta cuatro veces para introducir más piedras. En cada ronda se invoca una dirección: En la primera al Oeste, el lugar del misterio, donde se oculta el sol, donde el guerrero espiritual aprende a caminar sin miedo reconociendo el lado oscuro; ahí se recibe la guía y consejo del Oso y el Búho, que enseñan las tácticas necesarias para transitar por esos senderos.

La segunda puerta al Norte, entrega la fuerza y la sabiduría del Búfalo que sustenta la vida, donde residen los seres del trueno. En la tercera al Este, entrega del Águila, la luz y la claridad para actuar en armonía con el Espíritu. En la cuarta y última al Sur, el lugar de la Inocencia y la Compasión, otorga las enseñanzas del ratón y todo lo pequeño, el juego, la alegría y la diversión.

Los participantes salen purificados, luego de haberse conectado con el Gran Espíritu a través de una ceremonia donde él se ha manifestado haciendo sentir todo su poder.




Calendario lunar

Los Sioux medían el tiempo marcando las lunas nuevas en una vara, completando un año de 13 lunas. Comenzaban en primavera, denominaban a las lunas de acuerdo a los acontecimientos que durante su transcurso ocurrían en la naturaleza.



Fuente de información: http://pueblosoriginarios.com

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